
Son las 12:23 am hora CR. A pesar de que los dioses del sueño (y pesadillas) están ganando su batalla nuevamente, siento el impulso levitante de escribir algo. Si pensaís siempre es así: nos levantamos, añoramos quizá un recuerdo, una foto, una canción de un ayer remoto o cercano, el año viejo -la chiva, la burra negra y la buena suegra en el mejor de los casos- y sin número de hechos que simplemente resta guardarlos en la memoria, porque el minutero y su aliado el Sol marcarán el inicio de la nueva saga de 24 horas.
¿Qué me espera el día de mañana? Evidentemente no las aventuras de Gordon Pym, o la lucha incansable de romper el el misticismo Martín-Alejandra, castillo de amor al que mucha gente se ve obligado a enfrentar desde el abrir de sus ojos hasta el galope taciturno de la media noche.
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